1 de octubre de 2023

RESUMEN | La dama de blanco - Ezequiel Barrantes

 La dama de blanco

‘La dama de blanco’ es una novela escrita por Guillermo Barrantes.

Esta es la historia de Fabián, un muchacho que se enamoró perdidamente de Rufina. Sin embargo, esta muchacha, vinculada a una famosa leyenda urbana del cementerio de la Recoleta, ha desaparecido. Para reencontrarla, Fabián buscará el camino hacia la otra Buenos Aires, una ciudad alternativa y misteriosa. Junto con el fantasma de Dante Alighieri, los personajes descenderán por distintos círculos de leyenda, a través de diferentes barrios y lugares de la ciudad (el Palacio Barolo, Parque Rivadavia, Almagro, Versalles, Parque Chas). En su camino para recuperar a Rufina, Fabián conocerá a personajes famosos de leyendas urbanas: lobizones, vampiros, mimos, estatuas y hasta un barrio con forma de laberinto donde es imposible no extraviarse.

Parte #1

Parte #2




Capítulos:

En el bar llamado ‘Prólogo’

Zona mítica cero: Ectoplasmosis

Primer círculo mítico: Fantasmas pacíficos

Segundo círculo mítico: Fantasmas enfadados

Tercer círculo mítico: Monstruos

Cuarto círculo mítico: Muertos Vivos

Quinto círculo mítico: Vampiros

Sexto círculo mítico: Estatuas mágicas

Séptimo círculo mítico: Brujas

Octavo círculo mítico: Demonios

Noveno círculo mítico: La otra Buenos Aires

En el bar llamado ‘Epílogo´


En el bar llamado ‘Prólogo’

Fabián, nuestro protagonista, está en un bar tomando un café que él observa atentamente mientras lo revuelve. Piensa que la espuma flotante parece una galaxia giratoria, como un portal a otro universo. Luego de tomárselo de un sorbo, el mozo le trae automáticamente otro. Mientras le pone azúcar, piensa en la decisión que debía tomar, no sabía si hacerlo o no, si volver a verla u olvidarla. Como no concibe olvidarla, la decisión era volver a  verla.

Termina de tomar el café y sienten que lo observan y levanta la vista. Y ahi estaban: dos hombres de traje negro, mirandolo, uno tomando café y el otro un submarino.

Fabian se pregunta si son ellos, si los malditos al final se mostraban. Entonces piensa en que tiene que decidir: verla o no verla, buscarla o quedarse ahí sentado. Si decide buscar a Rufina lo condena a esos hombres, que serían su constante amenaza; pero decidir no verla sería una peor condena.

El mozo le deja un tercer café, él le agrega azúcar y revuelve para el otro lado, como si quisiera retroceder el tiempo un año y dos días atrás, a la noche en que la conoció.


Zona mítica cero: Ectoplasmosis

Una noche muy fría de julio, Fabian camina por el barrio de Recoleta. Va apurado y con frio hacia la casa de su amigo Hernan, que festeja su cumpleaños esa noche. Mientras camina por la vereda del Cementerio de Recoleta, comienza a escuchar un llanto. En la esquina de Vicente Lopez y Azcuenaga ve a una chica de vestido blanco y el pelo negro hasta los hombros que se tapaba la cara con las manos. Fabian le pone la mano en el hombro y le pregunta si está bien y si la puede ayudar en algo. Antes de terminar su pregunta, la chica se saca las manos de la cara y lo mira fijo a Fabian quien se enamora a primera vista de esa pálida joven. En su cabeza escucha una voz que grita ‘no la pierdas’.

Entre sollozos y gemidos ella dice que se llama Rufina y que algo horrible le había sucedido dos veces, que no era justo. Fabian observa que el cabello y el vestido parecen moverse indiferentes al viento.

Decide invitarla al cumpleaños de Hernan, ella duda y él le extiende la mano que ella termina tomando sonriendo. Mientras caminan ella le pregunta acerca de la ciudad, como si acabara de mudarse desde un pueblo lejano. 

Esa noche se enamora de Rufina y le cuesta dejarla en esa misma esquina donde la conoció. Le pregunta cuándo volverán a verse y si la puede acompañar a su casa. Ella le contesta que ese era el sitio adecuado y que fue una velada mágica. El joven disfruta de la manera ‘antigua’ que tiene ella para hablar y está de acuerdo con que fue una noche mágica. Le pone su saco sobre los hombros e intenta pedirle su número de celular. También le dice que no quiere perderla a lo que ella responde que no la va a perder, que confía en él.

Rufina de repente lo besa un segundo que para Fabian podrían haber sido mil años. Cuando abre los ojos ve que ella corre con su saco puesto hacia adentro del cementerio.

Comienza a amanecer, Fabián corre tras Rufina y la pierde entre los senderos de las bóvedas. En un mausoleo encuentra su saco tapando la cara de una estatua. Toma el saco, se lo pone y, horrorizado, ve que la estatua es una imagen de Rufina. Tras ella, lee el nombre de la cripta: ‘Rufina Cambaceres’.

Mientras Fabián sigue buscando a su amada en el cementerio, se encuentra con un señor que está dejando una flor en una tumba con una estatua similar a la de Rufina. El misterioso señor le dice al joven que no puede ayudarlo, pero que vio cómo él también había perdido a su amada. Le cuenta que él tuvo que atravesar cada uno de los círculos míticos para reencontrarse con su amada Liliana, pero que era muy peligroso. Le explica que lo que vivió fue un fenómeno de ectoplasmosis, que sucede cuando un puente de ectoplasma se extiende entre ambos mundos, las dos Buenos Aires, la natural y la sobrenatural. Como es algo que no sucede a menudo, en vez de esperar, le recomienda encontrar al cuidador del cementerio, David Alleno. Si le dice la palabra correcta, él podrá ayudarlo. El señor se va corriendo y Fabían entiende algo como Ana ilil


Primer círculo mítico: Fantasmas pacíficos

Fabián encuentra al cuidador, quien le dice que le gustan mucho los juegos de palabras. Intenta repetirle lo que le dijo el hombre ‘ana ilil’, pero David le dice que no es la palabra correcta  y que debería volver después de pensarlo nuevamente ya que ésta es la primera prueba.

Después de mirar el mausoleo de Rufina, se da cuenta de la palabra clave y vuelve a buscar a David. En su lugar encuentra a un guardia que le dice que lo llevará a ver a David Alleno, y lo lleva a su tumba. Fabián ve que el cuidador había fallecido en 1910 y que su estatua es tal cual él lo había visto. Se acerca a la misma y le susurra “Anifur” (que era la palabra clave: Rufina al revés). Ni bien dice eso, un viento fuerte hace volar hojas amarillentas y una de ellas cae junto a la estatua, Fabián la levanta y ve que tiene un mensaje: debe ir al Palacio Barolo a buscar las cenizas de Dante Alighieri juntarlas con ectoplasma de la mítica zona cero e  invocarlo para que lo ayude.

Luego, una llave cae del llavero de David. Fabián pasa nuevamente por el mausoleo de Rufina y le dice “hasta pronto.”

Fabián encuentra ectoplasma donde vió a su amada por primera vez y decide guardarlo. Vuelve a su casa y duerme una siesta, y cuando despierta duda si todo lo vivido no fue un sueño. Confirma que no cuando encuentra el ectoplasma en su campera. 

Cuando llega al Palacio Barolo un hombre lo recibe y él decide decirle sin vuelta que necesita las cenizas de Dante Alighieri para un experimento científico. El hombre se ríe y para agradecerle lla carcajada lo deja pasar y sacar fotos. También le dice que las cenizas no se encuentran allí y que eso es una leyenda urbana. 

Fabián revisa la nota que le indicaba que debía ir a lo más alto del Palacio y allí encuentra una misteriosa cerradura. Utiliza la llave del cuidador del cementerio y descubre las cenizas de Dante Alighieri. Cuando sostiene la caja, el ectoplasma se une a las cenizas y el poeta aparece. Fabián le cuenta que quiere reencontrarse con Rufina y Dante le dice que va a tener que atravesar nueve círculos míticos para llegar el Otro Lado de Buenos Aires, donde se encuentra su amada. Le advierte que los siguientes círculos serán más peligrosos que el primero, el cual acaba de atravesar.


Segundo círculo mítico: Fantasmas enfadados

Fabián y Dante salen del edificio y toman un taxi. Fabián se da cuenta de que el taxista era la Muerte, una vieja conocida del poeta, que los llevará a ver a la guardiana del segundo círculo. Le cuenta que en donde hoy está el Parque Rivadavia, en Caballito, estaba la mansión de la familia Lezica donde una sirvienta apodada “la planchadora” había sido asesinada. Dante le dice a Fabián que dee enfrentarse con ella y lo llevan hasta el lugar. Ni bien se baja del auto, el poeta le regala un verso a Fabián:

Así como es de esperar

que pueda atacarte el asma,

volverás a respirar

si recuerdas el ectoplasma

El parque está desierto, y una silueta ardiente aparece. Es la planchadora, decapitada y con la plancha al rojo vivo aún en su mano. El joven muy asustado, cae al suelo y no puede gritar. Mete la mano en el bolsillo y saca restos de ectoplasma que van solos a completar la cabeza de la planchadora. Entre gritos, ella repite “al fin, al fin”. Aprovechando su distracción, Fabián escapa y se reúne con Dante en el taxi, a quien le agradece el poema que le salvó la vida.


Tercer círculo mítico: Monstruos

La muerte los lleva hasta el barrio de Versalles, a una plaza llamada ciudad de Banff. Dante le entrega a Fabián una pistola con dos balas de plata y le cuenta que hace mucho tiempo llegó a Buenos Aires un cargamento proveniente de Inglaterra que incluía parte de la estructura del Mercado Municipal; y que escondido en esa estructura había un hombre maldito, que se convertía en lobo las noches de luna llena. Fabián se baja del auto y dante le dice:

Si bien es sabido

que la plata mata hombres lobo,

también es conocido

que la goma los deja bobos.

En la plaza no hay nadie, pero Fabián ve en la parte alta del tobogán una figura. Al principio piensa que es un niño, pero después la silueta aúlla a la luna llena. Asustado, retrocede y se tropieza con un tacho de basura. Debido al golpe, el arma se dispara y él se da cuenta que está totalmente indefenso mientras el hombre lobo corre hacia el para atacarlo. Piensa en el verso de Dante y toma una ojota que estaba entre la basura caída del tacho y le pega un ojotazo en la cabeza al lobo, quien se convierte en un humano nuevamente. El hombre se ve desconcertado, le dice “excuse me” a Fabián y se va corriendo. Fabián guarda la ojota salvadora en un bolsillo y vuelve al taxi.


Cuarto círculo mítico: Muertos Vivos

El taxi los lleva a la esquina de Sarmiento y Salguero, en el barrio de Almagro. El semáforo está en rojo y en la senda peatonal aparece un mimo. A Fabián le llama la atención lo bueno que es y sus movimientos, parece como si sus huesos fueran flexibles. Cuando el semáforo cambia a amarillo, el joven espera que el mimo venga a buscar su recompensa pero él no aparece.

Dante le cuenta la historia de Xavier, el mimo  que acaban de ver: una vez, un taxista impaciente lo había atropellado y dejado muerto en esa misma esquina. Sus amigos luego llevaron el cadáver a lo de un chamán, un brujo que mediante un ritual lo convirtió en un zombi. Y desde entonces Xavier sigue haciendo pantomimas en la misma esquina pero ahora con el fin de encontrar a su asesino y darle su merecido.

En ese momento, aparece el mimo y se pega a la ventanilla de Fabián, quien nota que lo blanco de su cara era pintura y que lo rojo, era sangre. Dante le abre la puerta del taxi a Fabián y le dice que corra. El joven huye del mimo que era bastante rápido para ser un zombi, y se mete en un pasaje sin salida. Acorralado y sin saber qué hacer, siente que su celular vibra en su bolsillo y lo atiende. Es Dante que le dice el siguiente poema:

En el pasillo de Pedro,

podrás, amigo, salvarte,

si te das cuenta, en serio,

que la clave está en el arte.

Mientras el mimo zombi se acerca, Fabián entiende lo que tiene que hacer, y como si fuera un mimo también dibuja en el aire con sus dedos, entre él y Xavier, una pared con una puerta que con mímica cierra con llave. El zombi se acerca y ¡choca contra ella! Mientras el mimo trata de forzar el picaporte imaginario, Fabián escapa y se reúne con Dante en el taxi.


Quinto círculo mítico: Vampiros

La siguiente parada fue en el abandonado Parque de la Ciudad en VIlla Soldati. Fabián camina por el interior del tren fantasma y recuerda la historia que le contó Dante. Según la leyenda urbana, una familia de vampiros descendiente de uno que azotó la provincia de Tucumán entre 1950 y 1960, vive allí, entre los esqueletos del juego mecánico.

Iluminando con la linterna de su celular, piensa en el verso que le dijo Dante esta vez:

Cuando creas que perdiste

con esta gente draculesca,

el único juego que resiste

te salvará de la gresca.

El joven llega a un sector que tiene una escenografía de cementerio y ve, posadas en tres lápidas diferentes, tres gárgolas menos deterioradas y más realistas que los monstruos anteriores. Su linterna se apaga y cuando vuelve a iluminar el lugar ve que las gárgolas ya no están en las lápidas sino que  están frente a él, sonriendo y mostrándole los colmillos.

Fabián sale corriendo y piensa que el verso de Dante, esta vez no lo puede ayudar; pero al salir del tren fantasma ve el juego “laberinto de los espejos” y gracias a la luz de la luna nota que los espejos todavía están intactos. O sea, que el juego todavía resiste, como decía el verso de Dante. El joven entra al laberinto y cada vez que es atacado por un vampiro, éste cae al piso porque no soporta ver su imagen reflejada. Finalmente, sale por una puerta lateral, escapa hacia el taxi y agradece tener a la Muerte cerca.


Sexto círculo mítico: Estatuas mágicas

Ya en el taxi, Dante le explica a Fabián que la representante del sexto círculo es diferente. Ella es la que le dio los consejos a Dante y él los puso en verso. El desafío es preguntarle sólo una pregunta, que debe ser la correcta.

La Muerte frena en Parque Avellaneda y el poeta le dice al joven que debe hallarla en ese jardín inmenso y que la reconocerá porque ella estará tejiendo el porvenir de cada uno de ellos. 

Fabián camina por el parque y encuentra a una figura blanca, una anciana indígena sentada sobre un bloque de piedra con un tejido sobre su falda, que lo miraba como si lo hubiera estado esperando.

¿Volveré a ver a Rufina?, le pregunta Fabián.

En ese momento sopla una brisa y el joven escucha una voz en su cabeza que dice “La verás en el próximo círculo, mas sólo si la contemplas podrás mantener la esperanza”. Cuando vuelve al taxi, Dante lo felicita por haber hecho la pregunta correcta; si hubiera preguntado otra cosa, la tejedora lo habría matado.


Séptimo círculo mítico: Brujas

El taxi llega a la esquina de Rodríguez Peña y Paraguay, y se detiene. Dante le cuenta que una salamanca es un tipo de caverna donde las brujas se reunían antiguamente, le explica que justo al ombú que pueden ver… pero Fabián ya no lo escucha.

Junto al ombú está Rufina, como la tejedora le había dicho. Fabián se acerca, le repite que no va a perderla y se dispone a besarla cuando detrás de ella ve a los dos hombres de negro que lo miran. El joven recuerda el consejo de la tejedora, y decide contemplar, es decir, ver con más profundidad. En el reflejo de los anteojos de uno de los hombres, se ve reflejado a él mismo junto a una bruja, entonces se da cuenta de que no es Rufina a quien tiene enfrente. 

Ya en el taxi, Dante le dice que él se bajó antes de que pudiera advertirle acerca de la bruja.


Octavo círculo mítico: Demonios

Esta vez, la Muerte los lleva a Parque Chas y Dante le dice al joven que debe ir a la esquina de Bauness y Bauness y tomar el colectivo que manejan los demonios del Señor de las Tinieblas, ya que es la única manera de llegar al último círculo mítico, donde se encuentra la otra Buenos Aires. Dante y Fabián se separan, pero antes él le pide un consejo, un verso final. El poeta le dice que el verso final lo tendrá que escribir él. El joven le agradece por ser su guía y también despide a la Muerte.

En la esquina indicada, ve llegar al colectivo 187, que en su cartel dice ‘Infierno - la otra Buenos Aires”. Se sube y nota que está lleno de gente y criaturas. El chofer, un demonio, le dice que le avise cuándo quiera bajar porque el timbre no funciona.

Todas las paradas del colectivo eran lugares infernales, fuego, monstruos y lava. Piensa que el peligro era bajarse en la parada equivocada. En eso ve que el colectivo transita cerca de un lago de aguas tranquilas y cielo azul, entonces decide bajarse. Cuando empieza a bajar por las escaleras, un hombre lo agarra y lo arrastra nuevamente al interior del colectivo. El hombre es el señor que había visto en el cementerio de Recoleta, en la tumba de Liliana, que le dice que si hubiera bajado ahí, habría sufrido el frío más atroz por dos o tres eternidades. Fabián le agradece y le consulta por los dos hombres de negro que volvió a ver en el círculo anterior. El hombre le contesta que ellos no pueden subir al colectivo y le avisa que su parada es la próxima.


Noveno círculo mítico: La otra Buenos Aires

Los dos se bajan en la última parada, en la esquina de Callao y Avenida del Libertador. Fabián ve un parque d diversiones y el señor de negro le explica que es el Italpark, que cerró en Buenos Aires en 1990, el mismo año en que abrió allá.

El joven pregunta si todo lo que muere en Buenos Aires, nace en la otra Buenos Aires, pero el señor dice que no es tan sencillo, que no todo. Agrega que los habitantes de esta Buenos Aires son historias en la otra, como Rufina. El joven no sabe que su amada es un mito urbano y el señor le cuenta su historia. 

Rufina Cambaceres vivió en Buenos Aires y en 1902, preparándose para festejar su decimonoveno cumpleaños, se desmayó en su cuarto. El médico no encontró signos de vida y fue enterrada en la bóveda familiar en el cementerio de Recoleta. Unas horas después, un cuidador del cementerio escuchó ruidos en el mausoleo y decidió investigar. Allí abrieron el féretro de Rufina y la encontraron con las uñas ensangrentada y una expresión de horror: la habían enterrado viva.

El hombre también le advierte que no puede permanecer allí mucho tiempo, sólo unas tres o cuatro horas, y que cuanta más emoción sienta, más rápido deberá irse. Agrega que no debe tomarse el colectivo nuevamente, ya que la única forma de regresar a Buenos Aires es yendo a un bar cruzando la calle y tomarse un café.

Cuando llega a  donde estaba el cementerio, Fabián nota que todo es al revés. El cementerio es una ciudad llena de casas y vida. Se cruza con David Allerno, quien le desea suerte. Sin pensarlo dos veces, va hacia donde estaba el mausoleo de Rufina y encuentra una casa, y en ella, a Rufina. Se encuentran y se besan, en ese momento lo inunda una sensación de angustia y urgencia, y recuerda la advertencia del hombre. Le dice a Rufina que debe irse pero que volverá y le susurra “no voy a perderte”.


En el bar llamado ‘Epílogo´

Fabián sale del barrio y se dirige al bar. En unas de las mesas se encuentra al señor de negro quien le pregunta si valió la pena. El joven asiente y el señor le dice que ve en sus ojos que eventualmente se va a volver a tomar el 187, pero le advierte que cuanto más regrese, más se irá convirtiendo en lo que él se convirtió.

Le dice que se tome un café, pero que él se tiene que tomar diez para poder regresar. El mozo se acerca y Fabián pide un café, el sobrecito de azúcar dice “bar epílogo”. Se toma el café y todo se hace negro, como si el universo hubiera pestañeado. Vuelve a mirar el sobre que ahora dice “bar prólogo”.

Allí estaba Fabián, un año y dos días después de haber visto a Rufina por primera vez.

En una mesa cercana ve a los dos hombres que solían perseguir al señor de negro, que ahora lo perseguían a él. Escucha que le preguntan al mozo si conoce a un hombre misterioso que toma café, un hombre que dicen que busca a la mujer que ama, una mujer muerta, una dama de blanco…

Guiado por el gran Dante,

Fabián cumplió ya su sueño

y ahora como mito andante,

camina entre los porteños… 




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